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Plagas y problemas relacionados con el calor: Comprender y manejar los invernaderos en verano

Author: Jack Bobo, Asesor en cultivos

Si bien la producción en invernaderos durante el verano puede ser menos intensa que en primavera en términos de volumen y diversidad de plantas, presenta sus propios desafíos específicos. Al comprender cómo las altas temperaturas estivales afectan a la fisiología de las plantas, los agricultores pueden ajustar sus prácticas para responder mejor a las necesidades de los cultivos en los meses de verano. Además, es esencial tener claro las plagas y patógenos estivales que podrían afectar a las plantas vulnerables para aplicar estrategias de gestión más eficaces.

A medida que las condiciones climáticas se recrudecen y el verano se vuelve más caluroso, los productores de invernadero se enfrentan a retos cada vez más complejos que amenazan el rendimiento, calidad y salud de los cultivos. Los problemas relacionados con el calor no son solo inconvenientes estacionales, sino que tienen serias implicaciones para la fisiología de las plantas, prácticas de cultivo, infraestructura, brotes de plagas y enfermedades, y la operación general de los invernaderos. Al comprender el alcance de los efectos de las altas temperaturas y adoptar estrategias de gestión proactivas, los productores pueden conservar la productividad y reducir los riesgos asociados con las condiciones extremas del verano.

Fisiología vegetal

La fisiología de las plantas se ve muy afectada por el calor intenso. La fotosíntesis se inhibe a altas temperaturas porque las enzimas que la facilitan, como la Rubisco, ralentizan su funcionamiento cuando las temperaturas superan los 85 °F (30 °C). A su vez, esto reduce la síntesis de adenosín trifosfato y hace que la planta disponga de menos energía. A menor cantidad de energía, menor crecimiento, productividad y calidad general de las plantas. Igualmente, la transpiración se ve afectada por las temperaturas más elevadas debido al aumento de la tasa de evaporación. Cuando aumenta la evaporación, las plantas pierden más agua a través de la transpiración y los sustratos se secan más rápido, lo que provoca marchitamiento y reducción del crecimiento. Por consiguiente, un menor contenido de agua en el sustrato dificulta la absorción y transporte de nutrientes en la planta, lo que causa deficiencias. Las raíces son especialmente susceptibles a las altas temperaturas, que afectan su salud debido a la alteración de proteínas y estructura celular. Esto, a su vez, conduce a una mala absorción de nutrientes y agua, lo que reduce la tasa de fotosíntesis y el crecimiento de los brotes. Además, una temperatura elevada del sustrato durante un periodo prolongado puede dañar o matar las raíces. Este fenómeno se observa en muchas operaciones de producción vegetal, por ejemplo, al retirar la maceta y ver cómo las raíces se acumulan en los lados opuestos de la maceta debido a la intercepción del sol. Esta situación también se conoce como “efecto raíz del lado sur” en las plantas; no obstante, el color del recipiente puede influir en la temperatura de la zona radicular.

Heat-Related Pests and Challenges

Alta temperatura y humedad

El calor se vuelve aún más difícil de manejar en un invernadero cuando aumenta la humedad pues cuando el aire se calienta, la humedad relativa disminuye inicialmente porque el aire caliente retiene más humedad; sin embargo, la humedad absoluta (la cantidad de vapor de agua en el aire) permanece constante a menos que se elimine la humedad (a menudo con ayuda de la ventilación o deshumidificación). El punto de rocío es la temperatura en la que el aire se satura y el vapor de agua se condensa y se torna líquido. Si el aire del invernadero se enfría por debajo del punto de rocío, se forma condensación, lo que provoca que las plantas se mojen y aumente el riesgo de enfermedades. El enfriamiento por evaporación tiene capacidad limitada para reducir la temperatura del aire, por lo que las almohadillas de enfriamiento son menos eficientes. Del mismo modo, la humedad elevada disminuye la transpiración, lo que dificulta que las plantas regulen su temperatura interna y se requiera ajustar los horarios de riego.

En un escenario de humedad reducida, añadir agua al aire puede ayudar a enfriar el invernadero de manera más eficaz: se seca mejor la zona de las raíces y hay mejor intercambio de oxígeno y flujo de aire. No obstante, en climas secos es fácil que se seque la zona de las raíces, por lo que se necesita sombra para proteger las plantas.

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Prácticas de cultivo

El calor suele aumentar la necesidad de agua de las plantas pues las temperaturas más elevadas provocan un aumento de la tasa de transpiración para que la planta pueda enfriarse. La planta también necesita agua para mantener la presión de turgencia y mantenerse erguida, la cual se extrae del sustrato y lo seca. Los cultivadores deben prestar atención a la delgada línea que separa la resequedad del desecamiento. El musgo de turba es conocido por su capacidad para retener agua; sin embargo, es menos sabido que se vuelve muy hidrófobo cuando se seca por completo. Contar con materiales como la fibra de madera puede ayudar a combatir la hidrofobicidad de la turba seca; no obstante, en este periodo es fundamental tener mucho cuidado y programar el riego con la mayor precisión posible. Por otra parte, si se utiliza riego por goteo, el agua caliente en las líneas puede dañar las raíces, por lo que se recomienda precaución si las líneas de goteo están expuestas al sol, o han estado inactivas mucho tiempo.

El impacto potencial de las altas temperaturas en los sistemas de refrigeración podría ser averías en los equipos o mayores costos de mantenimiento debido al mayor esfuerzo de las máquinas y mayor consumo de energía (aumento de los costos) para enfriar el invernadero. Las temperaturas más altas causan que los materiales se expandan y contraigan; por lo tanto, es fundamental un buen mantenimiento de correas de ventiladores, almohadillas de refrigeración, rejillas de ventilación y tuberías de riego. Como se mencionó anteriormente, las temperaturas más altas reducen la eficacia de la ventilación puesto que es difícil mantener un flujo de aire adecuado y controlar la temperatura durante el verano. El enfriamiento por evaporación tiene sus limitaciones, por lo que suele recomendarse el uso de elementos que proporcionen sombra. Sin embargo, sombrear puede causar problemas: demasiada sombra hace que las plantas se estiren, mientras que muy poca provoca que se quemen. A su vez, las telas y estructuras de sombreo inadecuadas pueden tener efectos negativos en el crecimiento de las plantas, y las capuchas de las cortinas pueden dejar escapar el calor excesivo. Como siempre, se debe tener cuidado y vigilar todos los cultivos.

El calor intenso también puede afectar la fertilización y la actividad microbiana. Los fertilizantes orgánicos no pueden convertirse en compuestos inorgánicos que las plantas puedan absorber tan rápidamente como lo hacen a temperaturas más bajas. Por otro lado, los fertilizantes de liberación controlada se liberan más rápidamente a temperaturas elevadas, tanto en mezclas utilizadas como sin utilizar, y pueden provocar un alto nivel de conductividad eléctrica que, combinada con el calor y la humedad, hace que el sistema radicular se bloquee y facilite la aparición de enfermedades, como las del Pythium. Además, una elevada conductividad eléctrica en sustratos cuya zona radicular se esté secando, puede volverlos tóxicos y quemar los pelos radiculares, dañando las plantas y ralentizando su crecimiento. Si se dispone de un medidor de pH o conductividad eléctrica, hay que preparar una mezcla con 2 partes de agua y 1 de sustrato, dejarla reposar 20 minutos y comprobar el pH y la conductividad eléctrica de la mezcla antes de incorporarla al régimen de cultivo.

Plagas y patógenos relacionados con el calor

Muchas plagas de insectos prosperan en los ambientes cálidos de los invernaderos pues el calor acelera sus ciclos de vida y las poblaciones se multiplican rápidamente. Plagas comunes incluyen ácaros, pulgones, trips, mosquitos del hongo, moscas de la costa, cochinillas, insectos escamosos, orugas y minadores de hojas.

Los agricultores que enfrían sus cultivos con riegos frecuentes pueden, sin darse cuenta, mantener el sustrato demasiado húmedo, creando así un hábitat ideal para mosquitos de los hongos y moscas de la costa. Algunas plagas, como las cochinillas y las pulgones, tienen recubrimientos cerosos o duros que las hacen resistentes a los tratamientos químicos estándar, especialmente en condiciones estivales, así que es esencial realizar un seguimiento minucioso y realizar un manejo integral de control de plagas.

Diversos hongos patógenos se vuelven más virulentos a altas temperaturas y con humedad. La Botritis (moho gris) prolifera durante la floración cuando hay poco espacio entre plantas y poca luz. El mildiú polvoroso prospera en condiciones cálidas y húmedas y, a diferencia de muchos hongos, no necesita agua residual para infectar. La Rhizoctonia se activa con las fluctuaciones de temperatura, mientras que el Fusarium y el Thielaviopsis son patógenos persistentes vinculados con la tierra que pueden devastar los sistemas radiculares en las últimas fases del ciclo de los cultivos. Los mohos acuáticos (Oomycetes), como el Pythium, el Phytophthora y el mildiú lanoso, son especialmente peligrosos en ambientes cálidos y húmedos, y producen esporas móviles que nadan en el agua y colonizan las raíces, provocando marchitamiento fúngico y podredumbre. A menudo se establecen en sistemas hidropónicos, líneas de riego y depósitos de agua, y una vez presentes, son extremadamente difíciles de erradicar.

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Las bacterias como Xanthomonas y Pseudomonas prosperan en ambientes cálidos y húmedos. Por lo general, manifiestan sus lesiones como manchas empapadas con halos amarillos, a menudo angulares y delimitadas por las nervaduras de las hojas. Estos patógenos requieren heridas o aperturas naturales para infectar y son difíciles de controlar una vez que se han establecido.

El calor también favorece la proliferación de maleza, la cual compite agresivamente con los cultivos por el agua, los nutrientes y la luz. Especies como el amaranto, la gramilla, el cenizo, la hierba de gallo, la verdolaga y la cola de yegua son particularmente resilientes y problemáticas en verano pues crecen rápidamente, desarrollan cutículas más gruesas (lo que reduce la absorción de herbicidas) y producen más semillas en condiciones de calor. Un control inadecuado puede provocar infestaciones persistentes.

La estrategia más efectiva para lidiar con el estrés por calor es la preparación.Planificar con antelación permite programar el riego, dar mantenimiento y sembrar de tal forma que se mitiguen los riesgos. El uso de los grados-día de crecimiento (a menudo conocidos como GDD, por sus siglas en inglés) puede ayudar a programar los ciclos de los cultivos para evitar los periodos más calurosos. Los protocolos de personal y las pruebas de funcionamiento de los equipos permiten que todo esté listo cuando llegue el calor. Las prácticas clave incluyen la optimización de los momentos de riego y una distribución uniforme de agua y sombreado, además de una ventilación adecuada. Una buena separación entre macetas, así como su color y el tipo de sustrato, también afecta la retención de calor y la temperatura de la zona radicular. Resulta esencial monitorear si hay conductos obstruidos y puntos calientes en el invernadero.

El calor puede reducir la eficacia de algunos controles biológicos, lo que hace que la prevención de enfermedades y la higiene sean aún más importantes. Se debe limpiar bien los invernaderos antes de plantar, además de desinfectar las líneas de riego y eliminar plantas hospedadoras alternativas. Se pueden aplicar productos, como Strip-It y KleanGro, a superficies y sistemas de riego para eliminar los patógenos persistentes. El control regular de la maleza en el perímetro, el uso de herbicidas previos a su germinación, colocar mantillo y eliminarla manualmente también son prácticas fundamentales.

En las visitas al invernadero en verano hay que estar atentos a los primeros indicios de problemas: algas o hepáticas en la tierra, trampas adhesivas llenas de plagas y maleza que crezca. El personal debe desarrollar protocolos de visita a los invernaderos para evitar la propagación de plagas y enfermedades entre distintos sitios.

unhealthy plant

Para navegar bien los problemas relacionados con el calor se requiere una combinación de conocimientos científicos, prácticas de cultivo proactivas y vigilancia constante. El verano es una estación muy estresante, no solo para las plantas, sino también para las operaciones y el personal de los invernaderos. Las principales conclusiones son que se debe:

  • Preparar el equipo y al personal antes de que llegue el verano.
  • Priorizar el saneamiento y los tratamientos preventivos.
  • Evitar las concentraciones elevadas de sal en condiciones de calor.
  • Regar adecuadamente: el exceso de agua reduce el oxígeno en la zona de las raíces.
  • Conocer bien los cultivos: algunos son más vulnerables que otros.
  • Recordar planificar para el otoño, incluso en pleno verano.

Con las estrategias adecuadas, los productores pueden convertir una temporada potencialmente perjudicial en una oportunidad para demostrar su capacidad de resiliencia, sus cuidados y experiencia en los sistemas de cultivo.

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